La Great Ocean Road
Una vez finalizada nuestra etapa en la capital de Victoria, nuestro viaje debía continuar por la costa sur del país.
En la parte más meridional, es muy frecuente que nos acompañen días lluviosos. Por ello, y resignados a ver poco sol, no nos desanimamos al ser recibidos por una gris y poco amigable mañana, el día de nuestra partida.
En primer lugar nos dirigimos a la cercana localidad de Anglesea, donde una densa niebla trató de amilanarnos e impedir un breve paseo costero. Eso sí, las vistas fueron de un tono turbio y pesadumbroso por lo que no puedo cantar las maravillas de estas costas australianas.
Afortunadamente, tras otra parada en Lorne, para tomar un primer tentempié, el tiempo comenzó a mejorar sensiblemente. Justo a tiempo. Comenzaba lo más interesante de la ruta por la Great Ocean Road.
La Great Ocean Road de Australia discurre a lo largo de 250 kilómetros, bordeando toda la costa sur de Victoria desde Torquay hasta muy cerquita de la localidad de Warnambool
Los Doce Apóstoles
Uno de sus mayores atractivos, que es el que hace que sea una de las carreteras más transitadas, son los Doce Apóstoles, situados en el Parque Nacional de Port Campbell.

Los doce apóstoles son piedras. Sí. A priori no tienen mucho misterio. Lo realmente original es que en su origen eran parte del perfil costero meridional de Australia. Debido a su composición caliza, se fueron desgastando por los fuertes vientos y las continuas tormentas de la zona, hasta que comenzaron a formarse espectaculares cuevas.
La erosión continuó erosionando hasta que se erosionó del todo. Y como el viento es buen erosionador…(en fin, dejemos el trabalenguas), las cuevas se fueron desmoronando hasta formar, en primer lugar, arcos gigantescos, y a medida que estos continuaron perdiendo materia, acabaron convirtiéndose en enormes moles de piedra de hasta 45 metros de altura.
Pese a la cantidad de fotos que se pueden encontrar en internet sobre esta zona concreta, no deja de maravillar lo que es una auténtica joya natural.
Probablemente uno de los paisajes más espectaculares que he visto a lo largo de mis viajes, a lo cual contribuye el ambiente tormentoso que suele acompañar en estas latitudes
En las inmediaciones también encontramos el lugar donde naufragó el Loch Ard.

Loch Ard
El Loch Ard naufragó en 1878 frente a estas costas, por culpa de una densa niebla que impidió localizar el faro de Cape Otway. El capitán Gibb se acercó demasiado a la costa y aunque intentó rectificar, no pudo evitar que el barco encallase y se hundiese en menos de 15 minutos.
De las más de 50 personas a bordo, únicamente se salvaron dos, Eva Carmichel, que aguantó 5 horas en el agua, y un aprendiz llamado Tom Pearce, que tras llegar a la costa, volvió al mar para rescatar a Eva y tras una “pequeña” escalada consiguieron salvarse, justo en el punto que pasó a llamarse Lorch Ard Gorge.

Recientemente, en 2009, esta historia avanzó un nuevo capítulo.
El arco que marcaba el lugar se derrumbó finalmente y dejó paso a dos enormes pilares rocosos. En recuerdo de aquel naufragio, esos pilares tomaron el nombre de Eva y Tom.
Pese a ser, como digo, una zona transitada, no está exenta de sorpresas faunísticas, y dado el carácter afable o cuando menos sin miedo de los animales australianos, pudimos contemplar unos cuantos canguros curiosos y un zorro despistado que se nos cruzó en el camino.
Su cara de sorpresa debió ser un reflejo de la nuestra, así que no me hubiese extrañado que hubiese sacado una cámara y hubiese inmortalizado nuestra estupefacción.
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