Viaje a Australia (6). Brisbane

BRISBANE

En éste, nuestro viaje, Brisbane resultó ser la primera ciudad cosmopolita en nuestro recorrido, y eso, a bordo de un vehículo en un país ajeno, se traduce en un creciente nerviosismo a medida que el tráfico aumenta al acercarse a la ciudad, y uno se vuelve loco con todas las señales cambiadas de lado y todos los giros al revés. En mi caso provocó ciertos momentos de histerismo y serias discusiones entre mi mujer y yo, sobre la conveniencia o no de saltarnos tres carriles como quien no quiere la cosa o dejar el coche parado en mitad de la autopista y continuar andando.

Afortunadamente pese a los primeros momentos de pánico uno se adapta a ese fluir desordenado de los coches entrando en el área metropolitana y finalmente conseguimos llegar a nuestro lugar de alojamiento en un punto medianamente céntrico de la ciudad. Lo que si me confirmó este episodio, fue mi rotunda negativa a utilizar el coche mientras estuviésemos en áreas urbanas (cosa que por supuesto acabé incumpliendo al final del viaje).

Brisbane de noche

Una vez depositados los enseres en lugar seguro y tras darnos una buena ducha en el hotel, nos animamos a tener el primer contacto con la ciudad de Brisbane, y para ello elegimos un cálido atardecer durante el cual fuimos dando un paseo por la orilla del río Brisbane hasta adentrarnos en la city.

Trenecito restaurante japones

Cuando llegamos al núcleo ya había anochecido, y tuvimos la oportunidad de comprobar que Brisbane es una ciudad eminentemente viva donde se puede encontrar muchísimo ambiente a unas horas en que normalmente otras grandes ciudades empiezan a despoblarse. Quizá determinados barrios de Sydney y Melbourne gozan también de esta vitalidad; la diferencia estriba en que en Brisbane era el centro de la ciudad lo que bullía con un continuo ir y venir de gente de todo tipo, sin que se observase una predominancia de un cierto tipo de público.

Town Hall

Por ello tuvimos la posibilidad de admirar varios edificios administrativos elegantemente iluminados, tales como el City Hall y el Edificio del Tesoro, visitar un par de librerías donde aumentar mi biblioteca y tomarnos una rica cerveza en una terracita en Queen Street Mall, la calle central de Brisbane y de donde parte toda la savia que recorre la ciudad.

Esta primera impresión se vio confirmada al día siguiente cuando al volver a los mismos lugares en las primeras horas de la mañana se nos apareció un Brisbane elegante y a la vez bullicioso, pero que armonizaba su arquitectura con la mezcolanza de turistas y trabajadores. Como esto no se aprecia desde dentro, nos sentamos  en la plaza que hay frente al City Hall y estuvimos un rato disfrutando de esa marea móvil mientras desayunábamos un pinchito de carne y un sándwich “adoptados” en un puesto callejero.

Old Windmill

Tras dar buena cuenta del tentempié proseguimos con nuestra ruta y tras ascender hasta la colina donde se halla el Old Windmill, un molino de viento construido en 1828 y que era trabajado por los convictos de la época para moler el grano, principalmente porque se comprobó que su utilización como molino de viento era inviable. Como curiosidad, cabe añadir que el Old Windmill se convirtió en la primera imagen transmitida por televisión en Australia, allá por el año 1934.

Brisbane

A continuación  bajamos hasta la plaza de Anzac Square, donde una llama y un monumento recuerdan a los soldados caídos en período de guerra. Australia, pese a la lejanía existente tanto de Europa como de Estados Unidos, se ha visto envuelta en todas las grandes guerras protagonizadas por los otros dos continentes, participando así en batallas largamente recordadas, como la de Gallipoli, en la 1ª Guerra Mundial, donde los australianos sufrieron uno de los varapalos más importantes que se relatan en los libros de Historia y por el cual tuvieron el dudoso honor de ser uno de los países con más bajas durante dicha guerra. Sin embargo, fue durante la 2ª Guerra Mundial cuando le vieron las orejas al lobo asiático, puesto que Japón tenía el continente australiano en su punto de mira y realizó varias incursiones con el objeto de establecer ventajosas posiciones en su lucha por controlar el Pacífico.

Abandonados a su suerte por la madre patria inglesa, que ya tenía bastantes problemas en suelo propio con los continuos ataques alemanes, los americanos fueron su gran apoyo para rechazar al invasor japonés, lo cual conllevó, entre otras cosas, un mayor acercamiento de las relaciones entre australianos y norteamericanos y que se ha consolidado hoy en día como una espléndida relación intercontinental.

Baobab

 

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