Repaso de la comida típica polaca en temporada navideña
Durante nuestra visita a Cracovia, tuvimos la oportunidad de hacer un suculento repaso por la comida típica polaca. Además, siendo época navideña pudimos degustar algunos platos tradicionales que son más difíciles de probar en otras épocas del año. O simplemente, que no se te pasa por la cabeza pedirte un plato de arenques.
Te recomendamos repasar el artículo y hacerte una lista de los que más te atraigan. Que no se te olvide probar ninguno cuando visites Cracovia.
Golonka
Mi primera palabra en polaco. Y no se me olvida.
La forma de preparar el codillo de cerdo en Polonia es sencillamente, magistral. Se cuece a fuego lento durante varias horas. De esa forma la carne se deshace al masticar.
En el mercadillo navideño donde la catamos en varias ocasiones, le dan un toque final cubriéndola continuamente con caldo para que coja más sabor. Encima la pieza en si ya es tierna gracias a su abundante gelatina y la grasilla. En fin, contundencia que se derrite en la boca.
Salchicha kielbasa
El nombre de salchicha es común a muchas preparaciones. El tamaño y la condimentación que acompaña a la salchicha polaca, no.
El sabor de la salchicha varía en función de la carne utilizada y los aderezos añadidos. Da igual. Sola o en medio de un monstruoso bocadillo. Imprescindible para añadir combustible interno y disfrutar del invierno polaco.
Pierogi
Uno de los platos que más expectación nos había despertado antes del viaje. La verdad es que no nos defraudaron.
Son pequeñas empanadillas con rellenos variados. Nos recordaron mucho a las gyozas orientales.

En cuanto a los rellenos, los más típicos y recomendables son el ruskie (con requesón, cebollas y puré de patata), mięsem (con carne de vaca o cerdo y cebolla, ajo y especias), szpinakiem (con espinacas y queso feta; deliciosas aunque no lo parezca), Lubelskie (con trigo, hierbas, cebolla y tocino).
Hay varias clases más que deberás descubrir por ti mismo y según tus gustos. Incluso hay ciertas variedades dulces, así que se pueden comer de primero, segundo y postre.
Un consejo personal, aunque cada uno cuenta la feria como le va. Hay pierogi al vapor y pierogi fritos. En nuestra opinión los hechos al vapor tienen un sabor mucho más intenso, y además son más sanos. Los fritos pierden bastante al pasar por el aceite.
Pan pajda
Esta especie de tostada pantagruélica nos sorprendió de forma intensa.

Consiste en una gran rebanada de pan tostado y untado con manteca y ajo. A eso se le añaden condimentos a gusto del cliente.
Y claro. A mí (Javier), me pierde el estómago. Así que entre el hambre, el frío y mi desconocimiento del polaco, solo alcancé a decir “de todo”. El resultado es que casi se me desencaja la mandíbula intentando engullir la enorme tostada con carne, salchicha, pepinillo y cebolla frita.
Bigos
Plato polaco por excelencia. Carne de varios tipos cocinada a fuego lento durante mucho tiempo, y acompañada de diferentes verduras y de col agria y col fresca.
El resultado es difícil de describir y es recomendable probarla un par de veces en pequeñas cantidades para ir cogiéndole el gusto. Ojo, que no decimos que esté mala. En absoluto. Pero después de un plato de bigos es recomendable echar una siesta.
Zapiekanka
A pesar de las buenas referencias que llevábamos sobre la Zapiekanka, fue una pequeña desilusión. Al menos hasta que llegamos a la plac Nowy, en el barrio judío de Cracovia.

Allí, en el centro de la plaza hay un montón de puestecitos donde las hacen al momento y las cubren con una gran variedad de ingredientes. Aquí estaba el fallo. Hasta ese momento habíamos comido unas tostadas gruesas con más pan que relleno. Pero debo decir que las del barrio judío alegran el cuerpo.
Los precios, como en otras muchas cosas, han subido bastante con respecto a las referencias que teníamos (unos 10-12 zloty). Aun así, es una alternativa económica y satisfactoria.
Oscypek
Otra alternativa callejera son los puestos de venta de queso ahumado asado. Hay que decir que los quesitos recién salidos de la brasa y a medio derretir son uno de los mayores placeres que encontramos en las calles de Cracovia.

Sopas
La variedad que tienen de sopas en Polonia, ya es de por sí un atractivo gastronómico. Si además tienes la oportunidad de probar toda la gama que encontramos en el mercadillo de Navidad, te aseguro que tendrás el estómago feliz y contento todo el día. Setas, vegetal, tomate, bigos, calabaza, ajo, col… Y a unos precios muy económicos. Alguno del grupo se propuso probarlas todas y por las mañanas se iba al mercadillo a desayunar una rica sopa.
Ya en el circuito clásico, también probamos la sopa servida en el interior de una hogaza de pan de centeno.
De una forma u otra, las sopas son de los “imprescindibles” de la gastronomía polaca.
Y aprovechando las fechas de visita, pudimos probar otros curiosos platos típicos de la cocina de Cracovia que no suelen verse a menudo y que no se estilan por el sur de Europa.

Así os recomendamos el arenque marinado con hierbas, las albóndigas de carpa y circunstancialmente el caviar judío, las hojas de parra rellenas o postres como el Pascha. Estos últimos pudimos degustarlos en el barrio judío de Cracovia.

Otras variedades navideñas incluían salmón con almendras o pechuga de ganso en salsa…de rechupete.

DÓNDE DISFRUTAR DE LA COMIDA TÍPICA POLACA EN CRACOVIA
En qué lugares podemos degustar tantos y tan buenos platos típicos polacos. Bueno, pues más que señalaros restaurantes fabulosos e indispensables, que alguno diremos, os aconsejamos zonas.
Dos de los restaurantes más afamados son el Pod Baranem y el Pod Wawelem. Indicamos ambos porque se encuentran muy cerca del castillo de Wawel, en el sur del centro de Cracovia.
No son lugares económicos, pero tampoco excesivamente caros, y la comida cumple nuestras expectativas de sobra.

Otro de los más nombrados en los distintos foros, blogs y guías es el Babci Maliny, en la parte norte, muy cerca de la puerta de San Florián.
El lugar tiene dos alternativas. En la planta de calle, puedes pedir tu comida a través de una pequeña ventanuca que da a la cocina. El trato dista mucho de ser exquisito y nos quedamos con la duda si esa acritud formaba parte del reclamo turístico.
La otra opción es bajar al restaurante que hay en el nivel inferior. Aquí, en medio de una abigarrada decoración, bastante surrealista, se puede disfrutar de las famosas sopas en pan, gulash, pierogis y otras delicias polacas.

Los bares de leche (bar mleczny). No os llevéis a engaños, no son bares turísticos.
Son bares que persisten desde la época comunista y que siempre han estado subvencionados. EL resultado es que encontramos unos pequeños establecimientos donde se come muy bien y bastante barato.
Pero insistimos, no están pensados para el turismo. De hecho funcionan en gran parte como comedores sociales, por lo que nos podemos encontrar a mucha gente sin hogar que se acerca a comer allí. Algo así como meternos a comer en un comedor de Cáritas.
¡Ojo!, la calidad es buena y la experiencia para conocer estos antiguos comedores comunistas es estupenda. Pero no queremos que te hagas falsas expectativas como le ocurrió a más de uno de nuestro grupo.
Si visitas los bares de leche de la zona central de Cracovia, notarás que aquí si están en cierto modo dirigidos al turista extranjero. Pero los auténticos los verás fuera de los circuitos públicos.

Tampoco podemos olvidarnos de una alternativa menos conocida, pero que nos sorprendió. En algunos bares de copas existe la posibilidad de llevarse algo a la boca. Ideal cuando llevas varias jarras de cerveza encima. Lo que nos sorprendió fue el buen servicio y la calidad de las mismas.
Unos pierogi y unas estupendas kielbaski en el bar Bania Luka, nos permitieron prolongar una agradable tarde cervecera.
Para acabar no queremos dejar de mencionar un par de bebidas típicas de épocas navideñas. En otras circunstancias quizá pasarían sin pena ni gloria por nuestro repaso gastronómico de Polonia, pero el jolgorio circundante y las bajas temperaturas animan a degustar dos bebidas muy típicas de allí, como son el vino caliente especiado con canela y el té de hierbas con vodka. Ambos reconfortantes y sabrosos. Yo me quedo con el té con vodka. Tras el primer sorbo inicial y unos minutos de “aclimatación” entra de maravilla.

Como veis, excepto por algunas pautas, queremos que seas tú quien se pierda por las callejuelas de Cracovia y encuentre su rincón favorito para disfrutar de la comida típica polaca.
En resumen podemos decir que se come muy bien, con raciones hermosas y, aunque los precios no son lo que eran hasta hace pocos años, no nos harán un roto en nuestra economía viajera.
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