Hola guapa:
Es una pena que después de todo no hayas podido venir de excursión al Gorbea. Al final he tenido que darme el paseo yo solo. Por suerte me pude hacer un pequeño esquema antes de salir y me he apañado bastante bien.
He ido en coche hasta el aparcamiento de Pagomakurre. Como el día estaba nublado y he llegado pronto, pensaba que habría poca gente, pero a las 9 de la mañana ya había 30 o 40 coches. Hasta allí se llega bien desde el pueblo de Areatza (o Villaro, que era el nombre antes de cambiarlo). Frente a la iglesia hay un cartel que marca el Gorbea. Luego hay que dejar el cementerio a la derecha y la fábrica de pirotecnia a la izquierda, y todo recto (es un decir) durante 10 kilómetros hasta Pagomakurre.
Una vez aparcado he cogido la mochila, el agua y algo de fruta y ¡para arriba!
Por si acaso me equivocaba de camino, he optado por preguntar a una gente que estaba cargando un todoterreno con víveres. Llevaban varias garrafas de agua, barriles de cerveza, unas bandejas llenas de chuletones, y me ha parecido ver un par de cajas de nécoras. Seguramente iban de supervivencia.
Una vez enfilada la dirección he comenzado a caminar a buen ritmo por las primeras cuestas. Imagino que para cualquiera con más camino en las piernas no supondrían un gran esfuerzo, pero al cabo de cuarenta minutos he empezado a notar cierto cansancio.
Al llegar a las campas de Arraba hay una bifurcación. Es una buena idea fijarse en los letreros y coger la dirección a Egiriñao. Por supuesto yo no lo he hecho y me he largado por el otro lado. Afortunadamente poco después me han adelantado los ¨supervivientes¨ de abajo y como ya sabían mi destino me han dicho que acababa de meter la pata. Hubiese llegado a un precioso circo kárstico bajo el peñasco inmenso de Lekanda, pero como ese no era el objetivo… ¡Vuelta atrás!
Este tramo lo hubieses disfrutado. Son unas campas con una leve inclinación en las que abundan caballos, potrillos y vacas pastando, así que te puedes imaginar la cantidad de ¨objetos¨ que hay que ir sorteando.
En menos tiempo del deseado las praderas vuelven a ponerse cuesta arriba y el paisaje empieza a cambiar de nuevo. Primero se atraviesa el tramo más estrecho y que puede dar algún susto con los resbalones. De hecho, hay una cruz a la vera del camino indicando el punto donde un excursionista, apellidado Bolumburu, tuvo la mala suerte de irse por el barranco.
A continuación he empezado a subir al collado de Egiriñao, donde las piernas han empezado a flaquear, porque se trata de una subida entre rocas que me ha dejado los pies un poco perjudicados.
Como mi intención de empezar pronto se vio truncada, he intentado recuperar el tiempo perdido apretando el paso en esta zona para intentar adelantar a gente. Poco después he abandonado mi estrategia cuando han comenzado a adelantarme otros montañeros con más experiencia y mejor ritmo, una familia con niños pequeños y una pareja de jubilados. Sin embargo una señora que subía con un fuerte ritmo no ha conseguido sobrepasarme a pesar de sus intentos. No sé si iría deprimida con la lechera de 50 litros que llevaba en la cabeza.
Tras atravesar un pequeño remanso entre enormes robles, zona preciosa para hacer fotos, comienza una nueva subida bastante empinada, entre piedras de todos los tamaños y colores. Bueno, no. Eran casi todas blancas.
He llegado a otra zona de praderas y desde allí se empieza a ver la cruz del Gorbea, y entonces… ¡ENTONCES QUEDA LO PEOR! Una subida por monte desnudo (yo no, el monte) realmente espeluznante. No se la inclinación que podía tener eso, porque tampoco me atrevía a levantar mucho la cabeza, pero te aseguro que han pasado varias personas bajando a gran velocidad sentadas en el suelo y sin ninguna ayuda.
Ese último tramo ha resultado el peor, sobre todo cuando ya vas agotado. Por suerte, la visión de la cruz tan cerca (y tan lejos) te renueva los ánimos (el que no se consuela, es porque no quiere) y tras otros 20 minutos he llegado a la cima.
Se me han saltado las lágrimas. La primera vez que subo aquí. No es la subida más dura, ni la más larga, ni la más famosa. Pero probablemente es la más emblemática del montañismo vasco. El lugar es precioso. En la parte alta ha desaparecido la niebla y las vistas son impresionantes. Desde sus 1482 m, se puede ver hasta los Picos de Europa, ¡a más de 120 km! Y el trago de agua que me he echado, me ha sabido a gloria.
Tras unas fotos con la cruz del Gorbea, la pequeña Virgen de Begoña que hay debajo y un descanso de media hora, ha tocado bajar de nuevo, y…si la subida era espeluznante, la bajada es terrorífica. No quiero imaginar cómo será esa pradera mojada, pero tiene que ser más rápida que una pista de esquí.
En fin, la subida es dura. La bajada, cauta, muy cauta. En total he tardado 2 horas y un poquito en subir, y hora y media justa en bajar. Aunque al llegar al coche casi no sentía las rodillas de tanta amortiguación que han sufrido.
Ojalá, la próxima vez puedas venir conmigo. Yo te espero abajo.
Un beso
J.
Nota: Toda la información señalada está verificada al día de la publicación. El tono puede ser más o menos distendido, pero nunca alterando los datos ofrecidos. Se trata de ayudar a cualquier interesado en hacer esta excursión.
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Hola, Javi !!!
Como siempre, poniéndonos los dientes largos con tus viajes y excursiones…que sitio más bonito el camino al Gorbea. Y las vistas una vez en la cumbre, espectaculares.
Hasta la próxima !
Gracias por los comentarios, Yolanda. Espero que la gente se anime a reproducir alguna de mis excursiones.
He de admitir q m he reído… no d ti, eh?
Bueno, de eso se trataba. Y de que quede la información clara.