Uno de nuestros objetivos en la visita que hicimos a Tenerife fue a hacer un recorrido visitando los siete faros de la isla y hacer una excursión por el macizo de Anaga.
Es una fantástica excursión por el norte de la isla que puedes añadir a la multitud de cosas que hacer y ver en Tenerife.
El recorrido para llegar al faro de Anaga es complicado y requiere que gran parte del mismo se haga a pie.
Ello nos permitió descubrir una de las más bonitas excursiones que se pueden hacer en el macizo de Anaga.
Nuestra ruta para alcanzar el faro comenzaba en la norteña localidad de Chamorga.
Desde allí las indicaciones de las redes de senderos nos dirigían por la ruta del Barranco de Roque Bermejo. Sin embargo, entre nuestros objetivos no se encontraba descender hasta la playa. Por ello optamos por una ruta ascendente que nos permitiese divisar tanto el faro, como Los Roques circundantes.
Ruta ascendente por el bosque
Para llegar a la zona de inicio de esta excursión debemos atravesar la carretera de El Bailadero hasta llegar al pequeño pueblo de Chamorga.
Esta pequeña población se encuentra ubicada en la única zona llana de las inmediaciones. Rodeada de inmensos peñascos y frondosos bosques. El motivo de este emplazamiento se basó en la facilidad para recoger todo el agua procedente del entorno facilitando la gestión de los cultivos y el cuidado del ganado.

Desde Chamorga, y junto a la estación de autobuses, encontramos un letrero que señala los distintos senderos posibles. En nuestro caso tomamos la ruta en dirección a El Draguillo. Esta asciende a través de un barranco, que vimos cultivado en sus primeros tramos gracias al sistema de terrazas.
Esta primera parte del recorrido resulta bastante fresca. Los bosques nos protegen del fuerte sol que suele pegar por estas cumbres. Cualquier aficionado a la naturaleza puede disfrutar enormemente de la variedad de árboles y plantas que se pueden encontrar en el camino durante todo el ascenso.
Al llegar a la parte alta del barranco encontramos una semi oculta bifurcación, que tomamos en dirección a Tafada.
Las crestas de Anaga
A partir de este momento, y tras un pequeño ascenso, el bosque se abre y comenzamos a caminar por las crestas de los montes. Las vistas son impresionantes, y mientras a mano derecha contemplamos el bosque a nuestros pies, por la parte izquierda disfrutamos de los vertiginosos acantilados que se desparraman hasta el mar.

Esta parte del recorrido es la que más disfrutamos. Desde cada cresta se vislumbraba una nueva cala y un Roque perdido, imposibles de observar excepto desde nuestra privilegiada situación. Aquí es donde tuvimos el privilegio de contemplar los Roques de Anaga. Los dos islotes se erigen frente a la Punta Baja de Las Palmas. El Roque de Dentro, más próximo a tierra, y el Roque de Fuera.

Si el día es claro, nuestra vista puede alcanzar algunas localidades turísticas del Valle de La Orotava, y contemplar la inmensidad del Océano Atlántico que se extiende hacia el oeste.

De pronto la vegetación vuelve a cerrarse sobre nosotros. Nuestros pasos comienzan a descender. Y por debajo de nosotros, un par de lomas más allá, contemplamos las casas de Tafada. Resulta increíble pensar que tras una larga y difícil caminata se puede encontrar una zona que fue habitada en su momento. De las casas únicamente quedan ruinas. Pero en el siglo XVIII tuvieron gran importancia como granero, zona de almacenamiento, e incluso residencia temporal de los trabajadores de la zona.
Poco más allá llegamos al ápice extremo de la isla de Tenerife. Desde allí podemos contemplar el conocido Roque Bermejo y el motivo principal de la excursión: El Faro de Anaga.

El barranco de Roque Bermejo
A partir de aquí cabe la opción de descender por un tortuoso camino hasta llegar al faro y a la playa de Roque Bermejo. Desde la playa un prolongado tramo ascendente por el centro del barranco nos llevará de nuevo a Chamorga.
En nuestro caso quisimos hacer una ruta circular. Por ello, desde las casas de Tafada optamos por tomar una ruta descendente directa, por entre las laderas del barranco. De esta forma a través del Paso La Burra bajamos hasta el Roque Pilón. Y desde ahí, tras un importante declive que puso a prueba nuestras rodillas, al punto de partida en Chamorga. Donde nos esperaba una cerveza bien fresquita.
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