Encontramos la Comarca de Tarazona y el Moncayo al oeste de la ciudad de Zaragoza. Muchas veces esta ruta solo sirve para trasladarnos a la vecina provincia de Navarra, o como mucho para visitar la ciudad de Tarazona.
Grave error. En las inmediaciones de Tarazona hay una gran variedad de pueblos y paisajes que, por su proximidad al Moncayo, gozan de un clima más fresco que la capital y unas panorámicas por las que merece la pena hacer una excursión.
Eso fue precisamente lo que decidimos hacer partiendo temprano de Zaragoza.
Borja
Nuestra primera parada fue el pueblo de Borja.
Su casco está reconocido como Conjunto Histórico Artístico, así que no podíamos dejar de pasearnos por sus calles que, efectivamente, te transportan a una época pasada. Son callejones estrechos e irregulares, pero que mantienen muy cuidados, así que resulta agradable recorrer los vericuetos que hay tras el arco medieval que nos lleva a su casco histórico.
Sin embargo Borja se ha hecho muy famosa por otra razón. Y no es el vino… ¡que también!
A pocos kilómetros del centro está el ahora famoso Santuario de la Misericordia. ¿Y por qué es famoso? Porque aquí encontramos la famosa imagen del “Ecce Homo” que una buena mujer del pueblo “perpetró” hace unos años al tratar de restaurar una pintura que se estaba desvaneciendo.
La pintura quedó desvanecida del todo bajo un horripilante dibujo, pero a la gente le hizo gracia, y desde entonces las visitas han aumentado mucho. Así que en el pueblo decidieron dejar la “obra de arte”
Trasmoz
Este curioso y desconocido pueblo se encuentra ya muy cerca del Moncayo.
Se dice que es el único pueblo que fue, en su día, excomulgado en su totalidad por la presencia de brujas y hechiceros. Si paseamos por sus calles en dirección al imponente castillo que domina desde el cerro, podremos ver que en varias casas hay plaquitas otorgadas a la “Bruja del Año”. Así que, haberlas, haylas.
Parece ser que Gustavo Adolfo Bécquer quiso ser enterrado en su cementerio, aunque su gran fama hizo que le buscasen un lugar de descanso más cosmopolita y acabó en Sevilla.
Otro de los alicientes de Trasmoz es su impresionante fortaleza, con vistas al Moncayo. El castillo tiene casi 1000 años, aunque lleva abandonado prácticamente la mitad de su existencia
Añón de Moncayo
Al sur de Trasmoz, por la Z-373, llegamos a otro precioso pueblo de esta comarca. Añón de Moncayo tiene varios puntos atractivos que sirven de llamada a la visita y a recorrer las serpenteantes y laberínticas calles de su casco histórico.
Como buen pueblo aragonés de la edad media, sus casas se van arremolinando alrededor del castillo, que se encuentra en lo alto de una loma, dominando las vistas. Aunque su utilidad defensiva del siglo XIII quedó obsoleta en unos años, siguió sirviendo como castillo-palacio para los nobles de la zona. Así en la actualidad pudimos acceder a su patio de armas y ver su buen conservación.
Muy cerca del castillo, la Iglesia de Santa María, del siglo XVII sirve de marco a un tranquilo parque donde disfrutar de una buena sombra.
Sin embargo, lo que más gente atrae del pueblo son sin dudas las cuevas de Añón, llamadas también del Rey. Se trata de una zona recreativa donde las familias pueden pasar un día festivo a la vez que recorremos los diferentes manantiales que surgen de sus proximidades.
Monasterio de Veruela
Siguiendo en la comarca de Tarazona y el Moncayo, y volviendo por la carretera sobre nuestros pasos, nos llamó la atención un “desconocido” e impresionante Monasterio.
El Monasterio cisterciense de Veruela data del siglo XII, así que fue el primero de la región.
Un paseo, flanqueados por una majestuosa hilera de árboles nos lleva hasta la iglesia del románico tardío por cuyo lateral salimos al claustro del monasterio donde residían los monjes.
Desde la lejanía el monasterio destaca por su enorme planta y su color de piedra rojiza. El interior no desmerece la visita y fue sin duda una de las más agradables sorpresas del viaje.
Como dato curioso, Gustavo Adolfo Bécquer escribió entre estas paredes sus famosas “Cartas desde mi celda”
Grisel
Siguiendo la ruta hacia Tarazona, nuestra siguiente parada era Grisel. Teníamos ganas de visitar un curioso accidente geográfico que nos habían señalado en este punto.
No obstante, como buen pueblo aragonés histórico que se precie, lo primero que encontramos fue su correspondiente castillo. Aunque no es de los más llamativos su excelente conservación nos hizo olvidar los casi 700 años que lleva levantado.
Tampoco nos olvidamos de la iglesia de Ntra. Sra. De la Asunción del siglo XVII. Es curioso observar como la mayoría de estas iglesias fueron edificadas a la sombra de la protección de los castillos, unos cientos de años después de estos.
Y llegamos al pozo de los Aines. Se trata de una enorme sima horadada en el suelo calizo por las aguas subterráneas. El agua fue erosionando la tierra hasta que la parte superior se hundió. El resultado es un pozo de 30 metros de profundidad y 22 de diámetro con un microclima húmedo en mitad del secarral de los alrededores.
Tarazona, la capital de la comarca
Una pequeña ciudad con historias grandes.
Bueno, en realidad no es tan pequeña, pero la cantidad de monumentos e historia que acumula engrandecen esta población de unos 10.000 habitantes que da nombre a la comarca de Tarazona y el Moncayo.
No dejéis pasar la oportunidad de visitar la Catedral de Ntra. Sra. de Huerta, la mejor catedral gótica de Aragón.
Muy cerca de ésta, la plaza de toros vieja. No, no penséis en una plaza de toros al uso, sino en una de las antiguas, donde el coso lo formaban las casas circundantes y que delimitaban la zona de festejos. Muy recomendable.
Paseando por sus calles llegamos al barrio de la judería. Una zona con varias calles que mantienen su toque del medievo y donde aún se conservan algunas puertas que cerraban el barrio por la noche.
Ascendiendo a la zona alta, pasamos por el Palacio Episcopal. Era una fortaleza musulmana que tras la reconquista sirvió de residencia temporal de los Reyes de Aragón y fue sede de las Cortes de Aragón con Felipe II.
En la parte alta de la ciudad, el propio Ayuntamiento es una delicia de la arquitectura renacentista, con su larga y preciosa fachada principal.
Mientras que si bajamos nuevamente hacia el río Queiles, nos encontraremos con las vertiginosas casas colgadas de Tarazona, dentro también de la judería. En algunas partes, el paso del tiempo ha provocado cierta precariedad que obliga a apuntalar algunas de las casas.
Para algunos nostálgicos del cine español del siglo pasado, Tarazona ofrece también una ruta de la ciudad donde se recuerdan algunas de las películas de un insigne turiasonense, Paco Martínez Soria. Quizá su humor pueblerino y sanote ha quedado un poco en desuso, pero nunca olvidarán en su ciudad a ese genio que hizo reír y dio color a un país, durante gran parte de una época triste y gris.
Y hasta aquí nuestro repaso por la comarca de Tarazona y el Moncayo, que aun tiene mucho con que sorprendernos. La mejor forma de llegar aquí es desde Zaragoza. Y aquí te contamos como ahora es muy fácil llegar en avión si vienes de algún lugar lejano
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Excelente descripción Javier. Casualmente ayer estuve en Añon. Hice un recorrido circular desde la zona de las Cuevas hasta la central de Mora y volver. Precioso cualquiera de las excursiones en un entorno de Parque Natural. Muy bien señalizado. Prever cadenas. Hay mucha nieve
La verdad es que cuando estuvimos hacía calorcito. Tiene que ser impresionante visitar esa zona con nieve…y acabar comiendo un buen ternasco, jeje.